PROGRESO.- La Secretaría de Marina y la Armada de México han demostrado una rápida y eficaz respuesta en el rescate de un tripulante filipino del buque mercante Arklow Spray, quien sufrió un accidente a 10 millas náuticas del puerto. Este apoyo incluyó atención médica especializada y su traslado inmediato a un hospital, evidenciando la capacidad de reacción de las autoridades para brindar ayuda en casos de emergencia marítima. Sin embargo, esta eficiencia contrasta de manera alarmante con la situación de los pescadores locales, quienes se encuentran constantemente desatendidos y expuestos a riesgos sin la misma atención y recursos.
Es innegable que la pronta asistencia a tripulantes extranjeros refleja un compromiso con el derecho internacional y el salvamento marítimo. No obstante, la situación para los pescadores yucatecos parece ser otra historia: muchos de ellos, cuando enfrentan situaciones críticas en altamar, quedan a su suerte o dependen de recursos limitados, lo que pone en duda el compromiso real de las autoridades para proteger y apoyar a la gente local que depende de la pesca para vivir. Este contraste resulta incomprensible y doloroso para quienes ven a la Marina brindar servicios de rescate de alta calidad a extranjeros mientras los propios pescadores de la región padecen abandono.
La acción de rescatar y atender al tripulante filipino es sin duda loable, pero también exige una reflexión sobre las prioridades de las autoridades. ¿Por qué los pescadores yucatecos no reciben la misma eficiencia y prontitud cuando enfrentan una emergencia? ¿Dónde está el compromiso de salvaguardar a nuestra gente?
La administración debe ser coherente con sus principios y extender ese nivel de protección y servicio a todos los que navegan en aguas mexicanas, especialmente a los pescadores locales, quienes son parte esencial de la economía y la cultura de la región.