Mérida enfrenta un problema ambiental que, aunque pequeña en apariencia, tiene consecuencias graves: la contaminación causada por las tapas de los garrafones de agua de la marca Cristal, perteneciente a la empresa Bepensa, administrada en Yucatán por la familia Ponce. Estos objetos plásticos no solo son residuos comunes, sino que representan una amenaza directa para el medio ambiente y la infraestructura urbana.
Las tapas de los garrafones, muchas veces desechadas de forma irresponsable, debido según a los operadores de los distribuidores de agua a que la empresa Bepensales pide que los garrafones tienen que llegar sin tapa, terminan acumulándose en calles, parques y alcantarillas de la ciudad. Este mal manejo tiene dos impactos principales: la contaminación plástica y la obstrucción del sistema de drenaje urbano. Durante las lluvias, las tapas arrastradas hacia las alcantarillas bloquean el flujo del agua, provocando inundaciones en diversas zonas de Mérida. Estas inundaciones no solo generan molestias para los ciudadanos, sino que también dañan infraestructura y aumentan riesgos sanitarios.
Es alarmante que una empresa del tamaño de Bepensa, con los recursos y capacidad para implementar estrategias responsables de reciclaje, no tome medidas significativas para mitigar este impacto. La falta de programas de recolección y reciclado específico para estas tapas refleja un desinterés preocupante por el bienestar ambiental de la región.
¿Dónde están las autoridades?
La responsabilidad no recae únicamente en la empresa. Tanto las autoridades municipales como las estatales tienen un papel crucial que cumplir. Hasta ahora, las políticas públicas en Yucatán han sido insuficientes para regular la gestión de residuos plásticos de empresas privadas. Esto abre la puerta a prácticas negligentes que afectan directamente a los ciudadanos y al entorno.
Es necesario que el Ayuntamiento de Mérida y el gobierno estatal, liderado por Joaquín Díaz Mena, tomen cartas en el asunto. Multas ejemplares por el impacto ambiental y la implementación de programas obligatorios de reciclaje para empresas como Bepensa son acciones urgentes. Además, se debe fomentar la educación ciudadana sobre la correcta disposición de estos desechos y fortalecer la infraestructura de reciclaje comunitaria.
La solución a esta problemática no es compleja, pero requiere voluntad y compromiso tanto de las autoridades como de las empresas involucradas. Ignorar este tema no solo prolonga el daño ambiental, sino que perpetúa una irresponsabilidad que Mérida ya no puede darse el lujo de tolerar. Es hora de actuar.