El deporte en México siempre ha enfrentado grandes desafíos. A lo largo de los años, hemos visto cómo las promesas de apoyo y mejora de las condiciones para los atletas de alto rendimiento se desvanecen ante la falta de políticas públicas serias. La reciente designación de Rommel Pacheco Marrufo como director de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE) bajo el próximo gobierno de Claudia Sheinbaum ha generado debate y preocupación.
Rommel Pacheco, exclavadista olímpico, es sin duda un ícono del deporte nacional. Su trayectoria deportiva es incuestionable, habiendo representado dignamente al país en competencias internacionales. Sin embargo, ser un gran atleta no necesariamente se traduce en ser un buen administrador o gestor de políticas públicas, menos aún en un área tan sensible como la CONADE, una institución que ha sido duramente criticada en los últimos años por su falta de apoyo real a los deportistas.
Es evidente que el deporte en México requiere más que una cara conocida. Se necesita una dirección que comprenda los desafíos estructurales que enfrentan los atletas, desde la falta de instalaciones adecuadas hasta la ausencia de programas de desarrollo en las comunidades más vulnerables. ¿Puede un exatleta con poca experiencia en la gestión pública estar a la altura de estos retos?
El nombramiento de Pacheco parece más una estrategia política que una decisión basada en méritos administrativos. Si bien la popularidad y carisma del exatleta son indiscutibles, no podemos olvidar que la CONADE requiere de alguien con un plan claro, con capacidad de diálogo y con un equipo técnico especializado. En el pasado, la gestión de personajes públicos sin la experiencia adecuada ha resultado en graves retrocesos, afectando a generaciones de deportistas que, en lugar de contar con el apoyo estatal, se ven forzados a buscar financiamiento por su cuenta o retirarse prematuramente.
La falta de infraestructura, de programas serios de desarrollo y el constante recorte presupuestal han sido la tónica de la CONADE en los últimos años. Esta situación ha dejado a muchos jóvenes talentos sin la oportunidad de desarrollar su potencial, condenando al deporte nacional a resultados mediocres en eventos internacionales. Más preocupante aún, los programas de fomento al deporte en las escuelas han sido insuficientes, lo que afecta directamente la salud y el bienestar de la población infantil y juvenil.
En este contexto, el nombramiento de Pacheco es una muestra más de la desconexión entre las autoridades y las necesidades reales del deporte mexicano. A pesar de las promesas de Sheinbaum de un cambio en la administración pública, este tipo de decisiones deja entrever que, una vez más, el deporte será relegado a un segundo plano.
México necesita un proyecto serio y comprometido para el deporte, que vaya más allá de los reflectores y las medallas olímpicas. Es imperativo que se establezcan políticas a largo plazo, con presupuestos adecuados y programas integrales que permitan el desarrollo del talento desde las bases. Mientras esto no ocurra, seguiremos viendo decisiones que privilegian la imagen sobre la efectividad, y el deporte mexicano continuará estancado.