La ampliación hasta el 2024 de la dirigencia nacional del Partido Revolucionario Institucional se recibió como una mala señal por los tricolores yucatecos, pues respalda las oscuras negociaciones de cargos públicos con otros partidos y las traiciones que han acompañado al exgobernador Rolando Zapata Bello, la mano negra de ese instituto.
Desde el 2018, la visión empresarial de Zapata Bello se puso de manifiesto cuando pactó una entrega de terciopelo de la gubernatura al panista Mauricio Vila Dosal, a cambio de impunidad para su grupo político, el tricolor apoyó iniciativas medulares y endeudamientos a la administración blanquiazul. No le importó traicionar al candidato del PRI, Mauricio Sahuí Rivero y, por ende, a la esperanza de los priistas locales.
Desde el PRI, el caballo de Troya colocó en los demás partidos a su grupo. Por ejemplo, en el partido Morena a la hoy senadora Verónica Camino Farjat y a su expresidente estatal priista Carlos Pavón Flores, y en el PAN a su operador Walter Salazar Cano, como coordinador de la precampaña del secretario de Educación Liborio Vidal Aguilar.
En el arranque del proceso electoral del 2024, como secretario de Alianzas Políticas y Agenda Ciudadana Rolando Zapata tiene una vez más luz verde para el jugoso negocio de la venta de candidaturas en el PRI, y la negociación de puestos seguros en gobiernos de otros colores para sus allegados. Así la congruencia rolandista.