Por Pedro F. Rivas Gutiérrez
Un viejo desmemoriado,
al pasar una belleza
le dirige con presteza
un piropo enamorado.
Mira el don Juan trasnochado
que la chica, sonriente,
viene, se le pone enfrente
y con rozagante brío
lo saluda: “Hola tío”
y le da un beso en la frente.
Sucede en más ocasiones
de las que usted se imagina,
con la edad uno patina
y pierde las proporciones.
PFRG