El primer y único debate entre los candidatos a la gubernatura de Yucatán dejó al descubierto a un gran perdedor: Huacho, cuya ambición desmesurada por el poder y la riqueza lo han llevado a ser señalado como un corrupto empedernido. Durante el debate, su falta de respuestas contundentes y sus propuestas desarticuladas evidenciaron su verdadera naturaleza como un político cuyo principal interés es su beneficio personal.
El Instituto Electoral estableció tres bloques temáticos para el debate: democracia y participación ciudadana, economía, empleo y desarrollo, y política y gobierno. Sin embargo, ninguno de los candidatos siguió este orden ni presentó propuestas coherentes.
Los contendientes, entre ellos Renán Barrera Concha, Joaquín Díaz Mena “Huacho”, Vida Gómez Herrera y Jazmín López Manrique, se enfrascaron desde el primer bloque en una guerra de acusaciones por corrupción. Huacho intentó desviar la atención acusando a Renán de prepotencia y corrupción, pero sus propias acciones fueron puestas al descubierto cuando Renán reveló que el hermano de Huacho adquirió terrenos a un precio irrisorio el mismo día que Huacho afirmaba que valían tanto como sus propiedades.
Durante el debate, Huacho se vio incapaz de defenderse de las acusaciones de corrupción, limitándose a negar las investigaciones de la Auditoría Superior de la Federación y quedando callado ante las denuncias de fraude en proyectos pasados. La presencia de Layda Sansores como asesora estrella de Huacho también fue cuestionada, evidenciando su falta de capacidad para resolver problemas en su propio estado.
La ambición desmedida de Huacho y sus vínculos con figuras políticas cuestionables como Ivonne Ortega han quedado al descubierto, marcando su destino en esta contienda electoral. El debate ha dejado claro que Huacho no está preparado para gobernar Yucatán y que su obsesión por el poder lo ha llevado por un camino de corrupción y fracaso.