En una escena tan impactante como dolorosa, un padre de familia fue captado cruzando a pie el Periférico Sur de Mérida, acompañado de dos menores de edad y un bebé que era jalado en un carrito de plástico atado con una cuerda. La imagen, que se ha viralizado en redes sociales, muestra un momento de imprudencia extrema que pone en evidencia los contrastes sociales, la falta de infraestructura adecuada y la necesidad urgente de reforzar la educación vial en la capital yucateca.
El anillo periférico es una de las vías más transitadas y peligrosas de la ciudad, donde el cruce peatonal está estrictamente prohibido y representa un riesgo mortal tanto para quienes lo intentan como para los automovilistas. A pesar de ello, no son pocas las ocasiones en las que ciudadanos, especialmente en la zona sur, se ven obligados a enfrentar el asfalto sin puentes peatonales a la vista o con pasos elevados demasiado alejados de sus rutas diarias.
Lo que más ha generado indignación y preocupación entre los usuarios es la presencia de un bebé, transportado en un improvisado carrito de supermercado, atado con una cuerda y arrastrado por el adulto mientras los otros niños intentaban seguirle el paso. La imagen fue descrita por algunos como un acto de “ignorancia y desesperación”, mientras que otros no dudaron en calificarlo de “temerario” e “irresponsable”.
“Es una escena que duele y que interpela. ¿Qué empuja a un padre a poner en riesgo así a sus hijos? ¿Ignorancia, necesidad o simplemente falta de alternativas seguras?”, cuestionó una usuaria en redes sociales.
Este tipo de actos no son nuevos en Mérida. Aunque las autoridades han invertido en puentes peatonales y señalizaciones, la falta de cultura vial, sumada a la insuficiente infraestructura en ciertas zonas del anillo periférico, sigue cobrando factura.
Organizaciones civiles han advertido que en sectores del sur y poniente de la ciudad la movilidad peatonal es crítica, con escasos accesos seguros y transporte público que no siempre cumple con dejar a los pasajeros en puntos adecuados.
“El periférico es una barrera urbana que separa realidades. Para algunos es una vía rápida, para otros un obstáculo diario. Y en ese abismo están atrapadas muchas familias”, indicó un activista por el derecho a la ciudad.
La escena difundida es más que una imprudencia: es un grito silencioso de cientos de personas que diariamente arriesgan su vida al cruzar vías sin las condiciones mínimas de seguridad. Autoridades estatales y municipales han sido exhortadas a fortalecer las campañas de educación vial, mejorar el acceso a transporte público en zonas periféricas y construir más pasos seguros para peatones.
Mientras tanto, expertos en movilidad señalan que este tipo de situaciones seguirán ocurriendo si no se entiende que la seguridad vial es también un tema de justicia social.
“No se puede hablar de una ciudad segura si hay personas que, por necesidad o desconocimiento, exponen así a sus hijos. No se trata solo de sancionar, sino de ofrecer opciones y educación”, concluyó un especialista.