El Juglar de la Red
Rafael Cano
Lo que sucedió en Nuevo León, con el “novelón” protagonizado por Samuel García y el Congreso de esa entidad, muestra de cuerpo entero la política en México cuando quienes la ejercen no tienen el más mínimo oficio político y la madurez suficiente para ir construyendo caminos que permitan llegar a acuerdos.
Durante lo que va de su gobierno, Samuel García se encargó de dinamitar a la oposición del PRI y del PAN, los persiguió, los acosó fiscalmente, intentó meterlos a la cárcel, uso dinero público para tratar de comprar conciencias y atraer a sus filas a legisladores de oposición.
Pero desde que su nombre apareció como uno de los eventuales candidatos de Movimiento Ciudadano a la Presidencia de la República, se advirtió que su intento podía quedar sujeto a un Congreso estatal que el era adverso e incluso que podía decidir que el gobernador interino fuera ajuno a Movimiento Ciudadano.
Era tan evidente que Samuel García no había logrado acuerdos políticos y que su arrogancia y soberbia le iban a pasar factura, como finalmente sucedió.
“Los genios” políticos de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado y Jorge Alvarez Máynez ni cuenta se dieron que iban en camino directo a toparse con “la tormenta perfecta” y que su alianza con el presidente López Obrador, no solamente les costaría votos, también los llevaría a perder la poca credibilidad que tenían como opositores.
El sábado pasado no solamente perdieron a su candidato a la presidencia de la República, también dejaron claro que su ambición los llevó a perder un segmento de población que confiaba en ellos y hasta le dieron un impulso al Frente Amplio Por México, ese al que querían derrotar para posicionarse como el partido “bisagra” en la Cámara de Diputados.
La exhibición de arrogancia, violencia, prepotencia y falta de conocimiento jurídico llevaron a la ingobernabilidad a Nuevo León y con ello expusieron que lo suyo no es precisamente la habilidad de ser un buen gobierno, sino que se mostraron como una sarta de bandoleros políticos.
Ni Samuel García creció lo que ellos presumían en sus encuestas, ni se convirtió en la figura “nueva” que tanto pregonaron, lo que sí exhibieron fue la vieja forma de hacer política: la que viola la ley, violenta las instituciones, se pone en desacato y miente descaradamente para tratar de mantener parcelas de poder por medio de alianzas vergonzantes.
Cuando el Congreso de Nuevo León obtuvo la razón jurídica de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), a Samuel García se le cayó el teatro y no tuvo de otra que regresar al cargo porque corría el riesgo de que el nuevo gobernador interino no solamente le desarmara todo el gabinete, también hurgará en las cuentas estatales y expusiera el manejo de dinero público con fines electorales o en actos de eventual corrupción.
A Samuel García nadie lo sentó, él decidió no seguir con un acuerdo ya pactado a nivel nacional por el temor de que se conocieran sus trapacerías como gobernador, él solo reculó en su intentona de ser candidato presidencial y al hacerlo rompió un acuerdo que su dirigencia nacional ya había pactado con López Obrador, con ello se desarmó la pinza que se había formado para atacar desde dos frentes a Xóchitl Gálvez.
Luego de que Morena y el propio presidente se habían decantado a su favor, eso aliados le empezaron a cuestionar su actitud de “rajarse”, solamente así se pueden entender los comentarios emitidos por Mario Delgado, dirigente de Morena y por la misma Claudia Sheinbaum.
Samuel García puede regresar al cargo de gobernador de Nuevo León, pero lo que hizo para su partido fue demoledor porque en menos de diez días no solamente dinamitó su propia candidatura presidencial, también expuso un contubernio de la dirigencia nacional de Movimiento Ciudadano con el gobierno en turno para ser esquiroles desde la oposición.
El asunto pareciera que ya quedó en una anécdota política, pero todavía está por verse el impacto que esto tiene en candidaturas locales, donde se hacen esfuerzos válidos y reales para tratar de ganar posiciones electorales.
Todavía falta ver los efectos colaterales y el alcance que tiene en algunos candidatos a nivel local, porque la crisis todavía no pasó del todo, ahora falta ver los efectos y determinar si el veredicto popular se inclina por aceptar la versión de Samuel García, que gira en torno a un regreso por amor a su estado o si permea la idea de que era un esquirol del gobierno para debilitar a la verdadera oposición nacional.
Y falta ver si la militancia de Movimiento Ciudadano acepta el rumbo que había marcado su propia dirigencia nacional.
Hay que ver las consecuencias.