La gestión de Michelle Fridman al frente de la Secretaría de Turismo de Yucatán será recordada por sus opulentos viajes y supuestos negocios personales, pero no por el impulso turístico que el estado necesitaba. Con un manejo discrecional de aproximadamente 100 millones de pesos, la secretaria saliente no solo fracasó en sus objetivos, sino que dejó a la entidad con una promoción turística cara, ineficiente y marcada por la controversia.
Uno de los ejemplos más notables de este fracaso es la cancelación del vuelo Mérida-Atlanta, que duró apenas tres meses. A pesar de ser un proyecto emblemático de su administración, el vuelo fue suspendido por la falta de pasajeros. Sin embargo, lejos de asumir la responsabilidad, Fridman culpó a los empresarios locales por la falta de demanda. Esta actitud prepotente y su disposición a culpar a otros reflejan una administración caracterizada por su falta de autocrítica y la manipulación de fondos públicos.
Desde su fallido Festival de la Trova hasta la impresión de un costoso libro gastronómico con una editorial de dudosa reputación, los eventos organizados bajo su mandato estuvieron más orientados a generar beneficios personales que a promover eficazmente el turismo en Yucatán. Fuentes cercanas al sector turístico aseguran que los presupuestos inflados y las decisiones estratégicas de Fridman estaban diseñados más para ayudar a sus amigos y beneficiarse ella misma que para impulsar el turismo en la región.
Un punto de especial controversia es la designación de Sisal como puerto mágico, una decisión que, según los entrevistados, fue motivada más por intereses comerciales que por el verdadero valor turístico del lugar. Detrás de esta maniobra, podría haber un entramado de adquisiciones de terrenos que beneficiaría directamente a la secretaria saliente y sus allegados.
A pesar de las millonarias sumas gastadas en promoción, viajes y eventos internacionales, la realidad es que Yucatán no experimentó un crecimiento turístico significativo bajo la gestión de Fridman. Su verdadero objetivo, según fuentes internas, era posicionar al gobernador Mauricio Vila Dosal como candidato presidencial, un objetivo que tampoco logró.
La gestión de Michelle Fridman en la Secretaría de Turismo de Yucatán dejó mucho que desear. Mientras la funcionaria se dedicó a viajar por el mundo y a realizar costosos proyectos con dudosos resultados, el estado quedó rezagado en el competitivo mercado turístico global. El legado de Fridman es uno de oportunidades perdidas y recursos malgastados, con pocos logros que beneficien a los yucatecos.