Luego del escándalo en el que su primer amor terminó herido de bala y del sospechoso relámpago con que su segundo novio salió de prisión, la hija del exgobernador de Chiapas, María Escandón, decidió poner tierra de por medio y mudarse a Mérida, Yucatán, buscando refugio en medio del vendaval de señalamientos que persiguen a su familia.
Y como toda telenovela necesita su nuevo capítulo, la “junior” de la 4T volvió a encontrar el amor, ahora en los brazos de un apuesto joven yucateco.
Famosa por presumir lujos, excesos y un estilo de vida desbordado en redes sociales, María Escandón —de apenas 23 años y madre de dos hijos— ha protagonizado una serie de escándalos que parecen más guionados por Televisa que dictados por la realidad.
Un amor con balas de por medio
Todo comenzó cuando, siendo apenas una adolescente y con su padre recién llegado al poder en Chiapas, María inició una relación con Juan Carlos Armendáriz, con quien tuvo a su primer hijo.

Tiempo después, la historia tomó un rumbo turbio: María se enamoró de su guardaespaldas, Diego Silva, un romance que marcaría el inicio de un caos mediático y judicial.

Durante una disputa por la custodia de su hijo con Juan Carlos, este acudió a reclamarle el derecho de verlo. La confrontación terminó en tragedia: el guardaespaldas de María le disparó en la rodilla a Juan Carlos, presuntamente por órdenes de la pareja. Todo quedó grabado en una transmisión en vivo que recorrió las redes sociales.
Poder, impunidad y favores judiciales
Aunque “el tío Ruti” —como algunos llaman al exmandatario morenista— no aprobaba la relación, su hija se empeñó en mantenerla. Y lo logró.
Movió cielo, tierra… y fiscalía para que su amado recobrara la libertad en tiempo récord.
De esa relación nació su segundo hijo. Para acallar rumores, María llenaba sus redes de costosos regalos y arreglos florales que atribuía a Diego. En realidad, versiones cercanas aseguran que ella misma los compraba para mantener la apariencia ante su padre.
Pero todo cuento de hadas termina cuando se acaba el presupuesto.
Con la salida de Rutilio Escandón del gobierno, los privilegios se evaporaron. Los problemas judiciales, las deudas y los viejos enemigos la habrían obligado a mudarse o huir a Mérida, donde recientemente volvió a “reencontrar el amor” con un joven local.
El trasfondo: una historia de corrupción y encubrimiento
Aunque muchos lo tomen por chisme, entre líneas esta historia revela la podredumbre judicial del sexenio escandonista.
Juan Carlos Armendáriz, víctima del intento de homicidio, jamás obtuvo justicia. Diego Silva, el agresor y segundo amor de María, hoy goza de plena libertad. Y como si fuera poco, la Fiscalía de Chiapas fabricó un delito de violencia familiar contra Juan Carlos para despojarlo del derecho de convivir con su hijo… ¡cuando María ya vivía con Diego!
¿Y el fiscal que firmó esa irregularidad? Uno más de los nombres protegidos por la sombra del poder chiapaneco.
La familia Escandón Cadenas simboliza uno de los capítulos más oscuros de corrupción, abuso e impunidad en la historia reciente de Chiapas. Un retrato del poder mal entendido, del nepotismo descarado y de cómo el dinero público termina sirviendo de escudo para limpiar los pecados privados.
Mérida quizá sea su nuevo escenario, pero el libreto sigue siendo el mismo: lujos, escándalos y silencio institucional.

