El tradicional queso de bola, ingrediente indispensable en múltiples platillos yucatecos y parte fundamental de la identidad culinaria de la región, comienza a escasear en mercados y tiendas de la Península de Yucatán debido a retrasos en su importación desde Holanda, su país de origen.
Este desabasto, que ya se extiende a comunidades en el sur de Quintana Roo y también ha sido reportado por yucatecos radicados en Estados Unidos, está provocando un fuerte incremento en los precios del producto, convirtiéndolo en un verdadero lujo para muchas familias.
Hasta hace pocos meses, un queso de bola podía adquirirse por unos 350 pesos en promedio. Sin embargo, el alza ha sido constante: primero subió a 400 pesos, y ahora en lugares como José María Morelos, Quintana Roo, ya se vende en hasta 500 pesos la pieza. Incluso los precios por porciones –rallado o en cubos– también se han incrementado, lo que ha impactado a quienes acostumbraban comprarlo en pequeñas cantidades para disfrutarlo como botana o en sus comidas.
“El queso de bola ha estado en nuestras mesas desde siempre. Es parte de nuestra identidad y gastronomía”, comentó doña Irma Tun, vecina de Kanasín. “Pero con estos precios, ya casi ni lo compramos. Lo guardamos para ocasiones especiales o cuando hacemos queso relleno”.
El desabasto también se hace notar en el extranjero. Yucatecos en ciudades como Houston y Los Ángeles, donde el queso de bola es solicitado para preparar comidas típicas en reuniones familiares, reportan que cada vez es más difícil conseguirlo o que sus precios se han duplicado.
Este queso, reconocido por su corteza roja y sabor característico, es utilizado en preparaciones tradicionales como el queso relleno, empanadas y salbutes. En los últimos años también se ha popularizado como relleno de polcanes o simplemente como botana acompañado con pan francés, o rallado sobre frijoles y guisos.
Además, su presencia es esencial en uno de los postres más emblemáticos de Yucatán: las marquesitas, cuya popularidad se ha extendido a otras partes del país gracias a su irresistible combinación de crujiente y queso fundido.
El panorama no es alentador, ya que no se ha precisado cuánto tiempo podrían continuar los retrasos en las importaciones desde Europa. Mientras tanto, los consumidores yucatecos deberán enfrentar precios más altos y menor disponibilidad del producto que por generaciones ha sido parte inseparable de su gastronomía.
Algunos comerciantes prevén que el abasto podría normalizarse en las próximas semanas si se agilizan los embarques, pero advierten que los precios difícilmente volverán a sus niveles anteriores.
“Todo depende del flete y del dólar, pero mientras tanto, hay que cuidar el poquito queso que tenemos”, dijo entre risas don Hilario, propietario de una tienda de abarrotes en el centro de Mérida. “Ya no se ralla como antes, ahora se esconde”.