La lucha interna por el control político en Morena Yucatán sigue generando fricciones, alianzas inesperadas y ataques cada vez más evidentes entre actores que, aunque oficialmente comparten militancia, operan en bandos enfrentados.
En medio del reacomodo de fuerzas rumbo al 2027, se ha intensificado una ofensiva política contra Rogerio Castro Vázquez, actual delegado del Bienestar en Yucatán y figura cercana al movimiento original de la Cuarta Transformación. Detrás de esta embestida estarían personajes como Dafne López Martínez, exfuncionario priista que ahora funge como asesor de alto nivel en el gobierno de Joaquín Díaz Mena, y Javier Osante Solís, actual diputado local por Movimiento Ciudadano y también con un pasado tricolor.
Fuentes cercanas al interior del equipo de Huacho Díaz Mena confirman que recientemente López Martínez y Osante Solís sostuvieron una reunión privada para afinar una estrategia en contra de Castro Vázquez, quien se ha convertido en un obstáculo para ciertos intereses políticos dentro y fuera del gobierno estatal. Aunque oficialmente no existen registros públicos de dicha reunión, el ataque lanzado días después por Osante en redes sociales y espacios públicos da indicios claros de una coordinación.
La operación mediática, sin embargo, habría tenido un efecto adverso. El desgaste político de Osante Solís —conocido por su cercanía con la exgobernadora Ivonne Ortega Pacheco— le restó credibilidad al mensaje, y en lugar de debilitar a Rogerio, reforzó la percepción de una ofensiva interna impulsada desde el corazón del poder morenista.
Dafne López, conocido en círculos políticos como “Pinky” por su estilo reservado y su habilidad para operar desde las sombras, es señalado como una figura clave en la estrategia de consolidación del huachismo. Su nombre ha sido vinculado en múltiples ocasiones a decisiones que han causado fricciones dentro del partido, especialmente con los perfiles que no forman parte del bloque panista-priista que se ha adherido al nuevo gobierno estatal.
Para muchos dentro de Morena, estas disputas reflejan un problema de fondo: el arribo al poder de un grupo híbrido formado por expriistas y expanistas que no solo llegaron con viejas prácticas, sino que han comenzado a replicarlas con el aval de figuras como Mario Millet, operador político de larga trayectoria en el PAN y señalado como el “poder detrás del trono”.
Millet, quien mantiene vínculos con personajes de todos los partidos —incluido el PRI, MC y el mismo Morena— estaría moviendo las piezas a conveniencia, tejiendo alianzas cruzadas y generando un nuevo mapa político en el que los intereses personales y de grupo se imponen a los principios fundacionales de la llamada 4T.
La reciente maniobra contra Rogerio Castro podría ser apenas la primera de una serie de embates contra quienes no se alineen con los planes del grupo dominante. En la lógica de este bloque, la lealtad partidista ha quedado en segundo plano frente a la obediencia a proyectos personales.
Así, con reuniones discretas, ataques disfrazados y alianzas fuera del marco partidario, se escribe una nueva página en la historia política de Yucatán, donde los verdaderos intereses detrás del poder comienzan a salir a la luz.