Mérida, Yucatán; 23 de enero. Uno de los espacios históricos más emblemáticos del centro de Mérida, el Pasaje de la Revolución, parece haber cambiado de propósito. Lo que una vez fue un punto de encuentro cultural y turístico ahora se ha transformado en un estacionamiento particular para funcionarios y empleados del Centro INAH Yucatán.
El pasaje, ubicado entre la Iglesia Catedral de San Ildefonso y el Ateneo Peninsular, ha perdido su esencia ante el mal uso del espacio. Desde que los trabajos de rescate y rehabilitación del Ateneo comenzaron, extendiéndose al espacio que ocupaba el MACAY, el lugar ha sido ocupado por vehículos que permanecen estacionados por largas horas, generando molestias entre ciudadanos y turistas.
De espacio cultural a aparcadero
El Ateneo Peninsular, que actualmente se habilita para convertirse en un museo donde se expondrán piezas arqueológicas encontradas durante las obras del Tren Maya, enfrenta un contraste que resulta paradójico: mientras se trabaja por preservar el patrimonio cultural, el entorno histórico inmediato se ve deteriorado por el uso inadecuado de este importante sitio.
“Es una pena que un espacio que debería estar destinado al arte y a la historia sea usado como estacionamiento. Esto no solo afecta la estética del lugar, sino que también envía un mensaje de desinterés por proteger el patrimonio”, comentó un ciudadano que frecuenta el centro de Mérida.
Un llamado al respeto del patrimonio
El Pasaje de la Revolución ha sido, por años, un punto icónico de Mérida, albergando eventos culturales y artísticos que destacan la riqueza de la ciudad. Sin embargo, su uso actual como aparcadero genera críticas y cuestionamientos hacia las autoridades encargadas de su cuidado.
Activistas y vecinos han hecho un llamado al Centro INAH Yucatán y a las autoridades municipales para que garanticen que este espacio sea respetado y devuelto a la comunidad como un lugar digno para el disfrute cultural y turístico.
Mientras el museo proyectado promete ser un nuevo referente para la exposición de piezas del Tren Maya, el mal uso del entorno genera dudas sobre el compromiso real con la conservación del patrimonio histórico.
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