El Tren Maya, presentado como una de las grandes obras de infraestructura del sexenio, sigue acumulando críticas, sobrecostos y cuestionamientos. Pese a los resultados negativos que ha arrojado desde su inauguración, el paquete económico 2026 contempla destinarle 30 mil millones de pesos adicionales, dinero que proviene directamente de los contribuyentes mexicanos.
De acuerdo con cálculos del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), el megaproyecto terminará costando 511 mil 200 millones de pesos, es decir, 3.3 veces más de lo presupuestado originalmente, que era de 156 mil millones.
Pérdidas millonarias desde el arranque
Lejos de generar ganancias, el tren inició operaciones con un saldo negativo. Según informes oficiales, en su primer año acumuló pérdidas promedio de 7 millones de pesos diarios, lo que equivale a 2 mil 561 millones de pesos anuales. El propio director general reconoció que la operación de pasajeros no es rentable y que el proyecto solo alcanzaría su punto de equilibrio hasta 2030, siempre y cuando el sistema de carga funcione como se espera.
Críticas y tropiezos estructurales
El Tren Maya ha estado rodeado de señalamientos desde su construcción hasta su operación. Entre los problemas más graves destacan:
Fallas técnicas recurrentes, incluidas denuncias por descarrilamientos. Más de 60 muertes laborales registradas en la obra. Modificaciones de ruta sin justificación ambiental, que han profundizado los cuestionamientos ecológicos. Retrasos por juicios de amparo y procesos jurídicos inconclusos.
Además, el proyecto acumula un déficit superior a los 350 mil millones de pesos, lo que refuerza la percepción de que se trata de una obra insostenible en términos financieros.
Apuesta sin freno
Pese a todo este panorama, el gobierno federal mantiene su respaldo irrestricto al Tren Maya. La partida de 30 mil millones de pesos para 2026 busca garantizar su operación y expansión, aunque hasta ahora los resultados financieros sólidos brillan por su ausencia.
El contraste entre el sobregasto descontrolado y la falta de rentabilidad real ha reavivado el debate sobre la viabilidad del proyecto. Mientras el discurso oficial insiste en sus supuestos beneficios sociales y turísticos, los números muestran que el tren se ha convertido en un foco de pérdidas millonarias que los mexicanos seguirán pagando durante los próximos años.