El incremento constante en el costo de los combustibles ha despertado inquietud y críticas en México, donde los precios de la gasolina han seguido su tendencia alcista a lo largo del sexenio. A pesar de haber dejado de denominarse “gasolinazos”, la realidad muestra un aumento sostenido que ha llevado el precio por encima de los 20 pesos por litro, nunca alcanzando la ansiada cifra de 10 pesos como se esperaba en este periodo gubernamental.
Actualmente, el costo de la gasolina magna se ubica en un promedio de $22.22 por litro, mientras que la premium y el diésel alcanzan los $23.95, prácticamente tocando la barrera de los 24 pesos. Esta escalada en los precios de los combustibles ha generado malestar entre los ciudadanos, quienes enfrentan un mayor gasto en sus desplazamientos diarios y en el mantenimiento de sus vehículos.
Las repercusiones de este aumento no solo impactan en el bolsillo de los consumidores, sino que también afectan a diversos sectores económicos, incrementando los costos de transporte y producción. Esta situación ha llevado a voces críticas a cuestionar la política energética del gobierno y a exigir medidas que contrarresten la creciente alza en los precios de los combustibles.
La población se encuentra preocupada por la falta de soluciones concretas ante esta situación, ya que el aumento constante en el precio de la gasolina impacta directamente en la economía familiar y en el panorama económico general del país. Las expectativas de ver una disminución en los precios de los combustibles no se han cumplido, lo que ha generado un clima de incertidumbre y descontento entre los ciudadanos.
Este escenario plantea un desafío para las autoridades y el gobierno entrante, quienes enfrentarán la presión pública para encontrar soluciones que mitiguen el impacto del alza de precios y, al mismo tiempo, establecer una política energética sostenible y equilibrada que no afecte drásticamente la economía de los mexicanos.
