En el fraccionamiento Gran San Pedro Cholul, los vecinos viven una tragedia “anunciada”: al menos 10 perros callejeros tipo malix (malix pek) fueron hallados muertos, aparentemente envenenados por un sujeto que circula en un Atos negro. El villano quedó perfectamente identificado —según los testimonios—, aunque, como es costumbre, las autoridades siguen brillando por su ausencia.
La denuncia salió de Facebook, claro, donde Evy Castillo relató cómo empezó el drama: pidió a su mamá que llevara croquetas al parque para alimentar a los perritos “del barrio”, pero en lugar de ver colitas felices, la señora encontró a dos animales muertos. El recorrido posterior, acompañado de vecinos indignados, solo confirmó lo inevitable: más perros sin vida y hasta un zorrillo, todos presuntamente envenenados con carne molida “sazonada” con tóxico.
Vecinos cariñosos… pero solo de lejitos
Los malix pekes no estaban solos: un grupo de vecinos los alimentaba con croquetas y buenas intenciones. Eso sí, nada de vacunas ni esterilización, porque ya saben, los cariños se acaban cuando llega la cuenta del veterinario. El resultado: perros sin control sanitario, posibles portadores de enfermedades y, claro, una sobrepoblación que nadie quiso en su patio, pero sí en la banqueta de enfrente.
Autoridades, esas grandes espectadoras
No es la primera vez que pasa algo similar en la zona. Los vecinos aseguran que ya han denunciado antes, pero las autoridades parecen especializarse en archivar papeles más que en aplicar la ley, aunque el envenenamiento de animales es un delito en Yucatán que incluso podría terminar en cárcel.
El sospechoso del Atos negro
El relato apunta directamente a un hombre en un Atos negro, el sospechoso estrella de la colonia. Pero, como en toda buena novela de barrio, su nombre sigue en el misterio, y su castigo también. Lo que sí es seguro es que los perros muertos quedaron como evidencia de que el fraccionamiento se convirtió en un campo de batalla entre quienes quieren proteger a los animales… y quienes ya se hartaron de la jauría suelta.
Facebook: la nueva perrera municipal
La indignación crece en redes sociales, con fotos, denuncias y largos comentarios indignados. Porque, claro, nada dice “justicia” como un post con 200 likes y 30 caritas llorando.
Mientras tanto, los malix pekes siguen siendo la prueba viviente (o muerta) de un problema que nadie quiere asumir de verdad: ni los vecinos que los alimentan pero no los adoptan, ni las autoridades que miran hacia otro lado, ni los presuntos verdugos que deciden tomar la justicia en sus manos a base de veneno.