Recientemente, el senador panista Mauricio Vila Dosal participó en un evento organizado por el prestigioso Baker Institute de la Universidad Rice en Texas, Estados Unidos. Un espacio académico donde, al lado de panelistas de renombre como Luis de la Calle y Tony Payan, se discutieron temas de gran relevancia para la relación México-EE. UU., tales como economía, comercio y política. Sin embargo, lo que parecía ser una oportunidad para escuchar una visión crítica y objetiva de un líder de la oposición, terminó dejando un sabor a contradicción y desconcierto, al menos para quienes esperaban una postura firme y diferenciada.
Desde el inicio de su intervención, Vila comenzó a alabar los logros del gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), de manera sorprendentemente benevolente, especialmente para un senador que se ha destacado como uno de los principales opositores del actual régimen. A lo largo de su presentación, defendió las políticas públicas de la administración de la 4T, haciendo comentarios que, más que poner en duda o cuestionar la gestión del gobierno, parecían casi un respaldo a sus enfoques. ¿Cómo es posible que un miembro del Partido Acción Nacional (PAN), de renombre en la política mexicana, se convierta en un defensor tan entusiasta de la administración de Morena?
El momento más polémico llegó cuando Vila defendió abiertamente a Claudia Sheinbaum, a quien describió no solo como científica, sino también como una “gran ambientalista”. Un comentario que, en el contexto mexicano, suena desconcertante, pues Sheinbaum ha sido criticada por la falta de acción efectiva en varios temas ambientales durante su tiempo al frente del gobierno de la Ciudad de México. Ejemplos como la deforestación de Xochimilco, la falta de mantenimiento de los parques y espacios verdes, o el fracaso en la conservación de las palmeras en la capital, parecen ser ignorados por el senador.
Otro de los puntos álgidos fue cuando Vila mencionó, con cierta vehemencia, que el Tren Maya no había tenido un impacto ambiental negativo en su estado de Yucatán, y que la obra contaba con una alta aceptación popular (87%, según él). Esta defensa parecía hacer caso omiso de las múltiples controversias y cuestionamientos sobre el proyecto: los estudios de impacto ambiental, las quejas de las comunidades indígenas afectadas, y los múltiples escándalos relacionados con la sobrecarga de costos y la posible malversación de fondos. A pesar de las evidentes críticas a la ejecución de la obra, Vila prefería destacar su popularidad en su estado, dejando de lado los serios cuestionamientos de transparencia y sostenibilidad que aún persisten.
Quizás el momento más desconcertante de todos fue cuando, sin ruborizarse, Vila rechazó la acusación de que Morena compra voluntades y perdona la corrupción de quienes se suman a sus filas. Ante la pregunta del moderador sobre si el partido de AMLO empleaba prácticas como estas, el senador panista negó rotundamente la acusación, adoptando una postura casi cómica ante la incredulidad de los asistentes.
Lo que estaba destinado a ser una discusión seria sobre el panorama político y económico de México y su relación con EE. UU. terminó convirtiéndose en una defensa del proyecto político de Morena, al punto de que el mismo Vila se vio como uno de los principales promotores de las políticas de la 4T en el extranjero.
¿Cómo entender esta postura? ¿Es una estrategia de acercamiento al actual gobierno para asegurar una futura alianza o simplemente un afán por proyectarse como una figura más conciliadora en la política internacional? La participación de Vila en este evento refleja una desconcertante contradicción en su papel como opositor al gobierno federal, y plantea dudas sobre las verdaderas intenciones detrás de su discurso.
En definitiva, su intervención en Texas dejó claro que la política mexicana es un campo en constante transformación, donde las alianzas y posturas pueden cambiar de manera impredecible. Sin embargo, lo que queda claro es que Mauricio Vila, hoy más que nunca, está dispuesto a caminar por la cuerda floja entre la oposición y la promoción de un gobierno que hasta hace poco se presentaba como su principal adversario.