El pasado 10 de octubre, un catastrófico escape de sulfuro de hidrógeno (H₂S) en la refinería Deer Park de Pemex, Texas, dejó un saldo de tres fallecidos, 13 heridos y una comunidad alarmada. Según la Junta de Seguridad Química de Estados Unidos (CSB, por sus siglas en inglés), el incidente expuso fallos graves en los protocolos de mantenimiento y respuesta de emergencia de la empresa estatal mexicana.
El sulfuro de hidrógeno, un gas extremadamente tóxico incluso en bajas concentraciones, fue liberado cuando dos trabajadores contratados de la empresa Repcon realizaban tareas de mantenimiento en una brida parcialmente abierta. El escape, que duró aproximadamente una hora, obligó a los suburbios cercanos de Deer Park y Pasadena, en Houston, a emitir órdenes de confinamiento domiciliario para evitar una mayor exposición de la población.
Steve Owen, presidente de la CSB, calificó el evento como “un peligroso incidente que no solo provocó la muerte de dos trabajadores, sino que también puso en grave riesgo a otros empleados y a las comunidades circundantes”.
Repercusiones legales y cuestionamientos
El accidente no solo ha dejado tragedias humanas, sino también una serie de demandas millonarias contra Pemex y Shell, el antiguo propietario de la refinería. Familiares de las víctimas, trabajadores lesionados y residentes de la zona buscan compensaciones por daños, exigiendo que se esclarezcan las responsabilidades.
El evento pone nuevamente bajo escrutinio las prácticas operativas de Pemex, cuestionando su capacidad para gestionar instalaciones complejas y garantizar la seguridad tanto de su personal como de las comunidades cercanas. Este incidente se suma a una serie de episodios que han afectado la imagen de la empresa estatal en un contexto internacional.
Reflexión urgente
El escape en Deer Park es un recordatorio alarmante de los riesgos inherentes a las industrias petroquímicas y la necesidad imperiosa de reforzar medidas de seguridad y protocolos de emergencia. La negligencia o falta de previsión no solo cuesta vidas humanas, sino que también socava la confianza en las instituciones responsables de protegerlas.
El caso Deer Park exige respuestas inmediatas y medidas contundentes para evitar que tragedias como esta se repitan.