Cultur, dependencia del Gobierno de Yucatán, atraviesa una crisis de gobernabilidad, donde el descontrol y la falta de liderazgo han generado un ambiente laboral enrarecido por chismes, rumores y maniobras cuestionables. Al centro de esta tormenta se encuentra Clemente Escalante, quien parece haber perdido el control de la institución ante un grupo de “aviadores” y usurpadores de funciones que, lejos de aportar, han convertido la dependencia en un campo de batalla político.

Uno de los episodios más recientes que evidencia este caos se relaciona con el caso de Karla Paola Medina, quien se ostenta como Asesora de Comercialización Proyectos y Turismo Cultural del Patronato Cultur, y su amiga Diana Quintal. Según fuentes internas, Quintal habría orquestado un escándalo de gran magnitud que llegó hasta la conferencia matutina de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.

La estrategia fue clara: fabricar una controversia contra una empleada de confianza de Escalante, lo que finalmente resultó en su destitución. Este episodio puso en evidencia el nivel de manipulación interna que se vive en la dependencia, donde se utilizan los medios de comunicación para ajustar cuentas personales y desplazar a empleados, sin importar dañar la imagen del Gobernador Joaquín Díaz Mena o quien se le ponga enfrente.

El desorden no se detiene ahí. En una alianza, Karla Paola Medina e Hiram Alarif quien se ostenta como Jefe de la Unidad de Auditoría Interna del Patronato Cultur, habrían filtrado a medios de comunicación contrarios a la 4T imágenes comprometedoras de Aylín Alcántara, gerente de los Cines Siglo XXI. Esta jugada desató otro escándalo dentro de Cultur, contribuyendo a un clima de incertidumbre y desconfianza.

La desesperación de Karla Paola y Hiram Alarif por obtener un puesto verdadero, dentro de la dependencia ha llegado a tal grado que ha provocado llamados de atención del gobernador en la mañanera de la presidenta Claudia Sheinbaum y momentos incómodos para secretarios nacionales que visitan Yucatán.
Resulta llamativo que, a pesar de estos conflictos, Clemente Escalante no tome medidas para frenar la escalada de descontrol dentro de la dependencia. Esto lleva a preguntarse si los aviadores y usurpadores de funciones que operan en Cultur son en realidad, gente de su propio círculo que no logró acceder a mejores puestos y ahora buscan aprovecharse del caos. Pero una interrogante aún más grave surge: ¿de dónde sale el dinero para pagar a estos aviadores?
Además, se ha revisado la estructura de funcionarios en la dependencia y se ha detectado la presencia de muchos personajes que ostentan puestos que, en realidad, no existen dentro de la institución. Incluso, el acceso a la información ha revelado que estos cargos ni siquiera están registrados oficialmente, lo que confirma que se trata de aviadores operando con total impunidad.
El deterioro en la gestión de Cultur es evidente y cada vez más difícil de ocultar. La falta de medidas correctivas por parte de Clemente Escalante ha permitido que la institución se convierta en un hervidero de intrigas y juegos de poder. Al grado que el gobernador del estado ha sido acosado por estos personajes en todos sus eventos.
Si la situación continúa por este rumbo, el impacto no solo afectará el ambiente interno de la dependencia, sino que también podría repercutir en la imagen y operatividad de una de las instituciones culturales más importantes de Yucatán.
La pregunta ahora es: ¿habrá una intervención para restablecer el orden o se seguirá permitiendo que Cultur sea rehén de intereses de aviadores y oportunistas?